Wednesday, January 16, 2013

Círculo Vicioso: Noches de Venganza (Diario Libre 8/2/2010)

El atardecer se diluye en una breve cadencia anaranjada, dejando atrás las sombras que ahogan el pequeño poblado de Shabwa. Los niños ya han dejado de jugar y se dirigen a sus albergues para mitigar el hambre que aúlla en silencio desde sus frágiles vientres. Un eco divino surge de la mezquita local, señalando la última oración del día, sumergiendo al pequeño grupo de almas que conviven en la desolación de aquel infinito lugar en el éxtasis de la devoción. 

Mohamed Abdul regresa del colegio cansado. Diariamente camina los siete kilómetros que separan a su pueblo de la escuela más cercana. Durante esa hora, el viento fogoso moldea el mar de arena que arropa su aldea, causando que su visión se estreche mientras divaga en el letargo de sus pensamientos. Aquel atardecer, consternado cavilaba en la tendencia anti-americanista que recientemente había comenzado a envenenar a varios de sus familiares y amigos. ¿Cómo podía olvidar el momento en que su primo Ahmed trataba de convencerlo de que el camino más seguro de vencer a los 'infieles' y a los 'cruzados' era hacerles pagar por toda la sangre que habían derramado en sus solitarias tierras? "Ayúdame a fabricar estos explosivos Mohammed", le decía con firmeza, mientras sus ojos divulgaban la insondable frustración de haber nacido en un lugar donde las oportunidades son casi inexistentes. ¿Cómo olvidar el día cuando oyó la explosión que le puso final a la vida de su primo mientras le daba los últimos toques a su invento fatal? Mientras se acercaba a su poblado, que a luz de la luna parecía más bien una visión fantasmagórica procreada por las entrañas de la aridez más despiadada, recordaba nostálgicamente los tiempos pasados. Las épocas en las cuales la inocencia reinaba majestuosamente en la humildad de su primitiva comarca. Cuando el nombre de Al-Qaeda era solo el murmurio en algún viejo radio que le tosía sus pesquisas a un grupito de curiosos. Cuando la ponzoña de una venganza absurda todavía no se había apoderado del alma de su pueblo. 

En la distancia, Mohammed observaba enajenado las luces de las fogatas que trataban fallidamente de combatir el frío de diciembre, que sin saberlo dotaban al poblado de un aura sigilosa. Como si aquellas luces reflejaran todas las esperanzas de su empobrecido pueblillo, que desde hacía un tiempo se había perdido en la oscuridad del desagravio. "Qué bueno que has llegado temprano", le expresa su madre mientras señala la cena que acaba de servir. "¿Escuchas eso madre?", pregunta Mohammed turbado. "¿El qué hijo mío?", su madre responde alertada. "Parece el sonido de un...". Antes de poder acabar la oración, un estallido monstruoso revienta el pequeño poblado de Shabwa. Mohammed es lanzado veinte metros y yace inconsciente en la templada arena. Un fuego apocalíptico se mezcla con la sangre que se ha vertido sorpresivamente sobre el adormilado poblado. El caserío que una vez fue, ya solo es barro, sangre, y arena.

Mohammed se levanta aturdido, arropado por el fuego que casi lo consume. A pocos metros, su madre yace pálida, sus ojos todavía amorosos luego de haber visto a su hijo llegar a casa sano y salvo. Mientras se levanta sangriento, Mohammed observa a su pueblo convertido en un cementerio abierto. Los cuerpos sin vida de todas las personas que adornan sus recuerdos ya solo son el espejismo de una noche infernal. Sin saber lo que ha pasado, comienza a correr hacia Khanfar, el poblado más próximo. Mientras sus lágrimas se mezclan frenéticamente con la sangre que despliega su rostro, por fin entiende aquella causa que había obsesionado a muchos de los hombres de su pequeño poblado. Aquella noche interminable, mientras corría desahuciado por el perpetuo desierto, Mohammed juró vengarse para algún día poder volcarle su sufrimiento a los culpables de esta matanza. 

Un Pueblo Abatido



El 17 y el 24 de diciembre, los Estados Unidos llevó a cabo dos ataques en las provincias de Shabwa y Shabwa. En estos ataques murieron alrededor de 75 personas, la gran mayoría inocentes que fueron sacrificados para poder alcanzar a supuestos terroristas afiliados a la red mundial de Al-Qaeda. El 25 de diciembre, un nigeriano partió hacia Detroit con el fin de vengarse del brutal ataque, y fue atrapado antes de poder llevar a cabo su propósito. Mientras el mundo se indigna frente al cuasi atentado del nigeriano, el pueblo yemenita es responsable de limpiar la sangre que quedó derramada en la aridez de su desolada tierra. Mientras prendo la televisión junto a mis colegas de Hays, y observamos en silencio a Obama criticando a la inteligencia americana por no haber agarrado al nigeriano antes de montarse en el avión, los ojos de mis compañeros gritan en silencio todas las verdades que constantemente les demuestra que la sangre occidental es más cara que la sangre musulmana. ¿Y es que no nos damos cuenta que todos somos víctimas de estos feroces ataques? Mientras el mundo Occidental es forzado a vivir bajo las sombras del temor, el pueblo yemenita se sumerge más en la pobreza de su infecundo paisaje.

Aparte de destruir totalmente la industria turística y alejar las inversiones extranjeras, factores que afectan grandemente a los 23 millones de personas que sobreviven en este rincón de la península arábica, estos ataques le sirven de motivación a cientos de individuos que andan en busca de darle significado a sus abatidas vidas. Mientras tanto, mi condición de vida en Yemen se ha restringido enormemente, teniendo que informarle al jefe de la policía local y a la ONG para la cual trabajo de todos mis movimientos. Ya es hora de que nos acerquemos en amor a estos pueblos, para poder brindarles los conocimientos que nos han permitido alcanzar los niveles de desarrollo que ellos buscan desesperadamente. En vez de seguir engendrando el círculo vicioso de la violencia interminable, es hora de que recibamos al mundo musulmán con el corazón abierto, con la paz y la tolerancia como emblema, y listos para enfrentar el futuro tomado de las manos. No tenemos otra opción. 

Publicado por el Diario Libre el 8 de Febrero (http://www.diariolibre.com/movil/noticias_det.php?id=233479)

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